martes, agosto 12, 2014

Adiós, Campus Potter

Otro año de Campus que se va.  No pensaba dejarme llevar por el sentimentalismo, no quise llorar en las despedidas y apenas me visteis conmovida, pese a que soy de lágrima fácil. Pero os leo y me doy cuenta de que todos aquellos que hemos asistido este año al Campus Potter sabemos que ha sido un año especialmente difícil, al menos para muchos

Este verano, muy lejos de ser unas vacaciones, ha supuesto mucha angustia y malestar para mí. He tenido muchos problemas de salud, muchos problemas en casa y muchas desilusiones, por lo que llegó un punto en que ni siquiera el Campus me hacía ilusión, porque había perdido las ganas de todo. Pero aún así siempre apetece ver a los viejos amigos.

Pero me esperaba una semana complicada. Creo que este año ha sido el primero que el CP no ha sido el mismo para nuevos que para veteranos, quizás porque ellos tenían sus propios vínculos creados y llegaban llenos de ilusión, quizás porque nosotros nos conocemos demasiado y este año no hemos sabido dejarnos los problemas en la puerta, junto a los cerdos alados, como solemos hacer siempre. Pero muchos lo hemos pasado mal, por h o por b, y el Campus se ha resentido, porque el Campus somos nosotros, y nosotros estábamos hechos polvo. Y además nos ha pasado de todo, como bien sabéis. La familia se ha roto un poco, y por primera vez muchos hemos deseado volver a casa porque estábamos saturados.
Pero luego vuelves a casa. Y se te cae el mundo encima. Porque te das cuenta de que el agobio, el cansancio, los roces, las discusiones, los descontentos, todo es superficial cuando estás en casa, en tu lugar seguro. Que hasta los echas de menos. Que no has sabido dar las gracias por todo lo que han hecho por ti, y deberías haber dado más abrazos, sonreído mucho más, incluso a aquellos a los que no has llegado a conocer, y llorado mucho menos por cosas que no merecían la pena. Que ojalá todo lo falso fueran espadas de Gryffindor, todas las muertes de mentirijilla, todo el dolor fruto de un Crucio y todos las discusiones culpa de una caja más o una pista menos.
Y entonces lamentas no haber aprovechado mejor el regalo que es el Campus.
Y por eso os escribo lo siguiente.

En primer lugar quiero darles las gracias a todos los integrantes de la casa Slytherin, nuevos y veteranos, porque este año me hayan acogido con los brazos abiertos que no tienen, porque son serpientes. Desde el día uno era una más, pese a llevar mi rol paralelo, pese a ser una transferida, y es que la familia verde es toda una secta. Especialmente, a mis compis de clase, que menudas risas nos hemos echado.
Siento el gafe.

Chavales, que el pulgar es vulgar.


A los Ravenclaw, que nuca han dejado de considerarme una más, y felicitarles por su victoria más que merecida. De verdad, chicos, no sabéis lo que me alegro por la parte de corazoncito que es vuestra.

A todos los monitores que se han dejado la piel, el pelo (y la vida, pobre Minerva) en organizar esta semana con celo e ilusión del mundo; os juro que me dolía en el alma ver el dolor, el cansancio, la frustración y la preocupación en vuestras caras cuando las cosas no salían como habíais planeado o cuando directamente se iban de madre. Ni siquiera puedo decir con cuál me quedo: ese pedazo de Moody y un Flitwick transvestido de Vector que quitaba el hipo, Ofi levantando pasiones tanto de Gilderoy como de Draco, Juanfran perdiendo un zapato en clase, Flamel y sus problemas de tracto intestinal, Lili repartiendo amor y zorrerías, Ángel emocionado con la canción para Ari, Arke metiéndonos a todas en cintura por frescas...Y a los nuevos, aunque apenas haya podido conoceros: a Rubén saliéndose de rol en clase de Pociones porque Aza no sabe deletrear "unicornio", a las Marianas mortífagas que te daban ganas de estrangular cuando te despertaban de buena mañana y de achuchar antes de irte a la cama, a Capde, pese a que intentara echarme de mi silla a empujones para irse a dormir o me persiguiera a cosquillas aprovechando que iba zombie, a Ari y su Winky de los infiernos,que nos provocó pesadillas a medio campamento.

Al todos los asistentes (reales, ejem, ejem) del Club de Metafísica de este año, por ayudarnos a recuperar el espíritu del primer año, por participar con ese celo y esas ganas de perderse la siesta y venir siempre dispuestos con la mente abierta, ganas de aprender de los demás y comida, mucha comida.



Al coro que dio a luz, entre gritos y sudores, a esa preciosa canción por la muerte de McGonagall, aunque mejor deberíamos haberle cantado eso de "No estaba muerta, que estaba de parranda".


A mis Ashleys, ellas saben quiénes son, por los breves ratos de piscina (de los que Ahsley V se escaqueaba miserablemente, la muy zorra), y esos rápidos abrazos que nos dábamos cuando nos cruzábamos por los pasillos. Sois las mejores, y os quiero con locura.

A mis compis de cuarto por no quejarse de nada y dejarme dormir. Y sí, eso es muy importante.

A mis compis de travesía, a Rafa, por preguntarme qué tal estaba cada vez que me veía bostezar, y a Yuki, por arrastrarme a esa primera quedada Sly y seguir planeándome futuras escapadas.

A Salvi y a Laury por darlo todo conmigo en la Barty Party Junior hasta que no podíamos más, y luego vuelta a empezar.

A los muggles shaolines (aka alumnos de intercambio de Durmstrang) por compartir sus peculiaridades con las nuestras y no hacernos sentir unos bichos raros.

A mi otra mitad, a mi pequeñita Ariadna, porque ambas las hemos pasado un poco putas y me rompió el corazón verla venir llorando hacia mí de esa manera, y diciendo esas cosas. Te quiero mucho, y que no se te olvide.

Y en definitiva a todo aquel que tuvo un momento durante la semana para hacerme sonreír, para darme un abrazo, para reírme una broma (seguramente, muy mala). Porque lo necesitaba. Mucho.

Sé que estamos todos muy blanditos, que ahora es fácil lloriquear por estas cosas por pura empatía, pero he oído mucho eso de "este es mi último año", y me duele, como parte de este todo que somos. Yo no puedo decir qué será de mí el año que viene, porque quién sabe qué me deparará el futuro (¡quiero un trabajo!), pero al menos espero veros aquí y allá por la geografía española y poder disfrutaros a cachitos.
Os quiero, campurrianos.




PS: Plexi, amor, te he echado de menos una burrería.
PPS: A todos los que no he mencionado, mil peldones; no es que no os aprecie, es que mi memoria es un queso gruller lleno de agujeros.

De los que nos dejan

Como muchos sabréis ya a estas alturas, el actor y cómico Robin Williams (no confundir con el músico pop, como les ha pasado a mis padres esta mañana) falleció anoche.


Para muchos no tendrá más relevancia que cualquier otra noticia similar, muchos son los artistas que nos dejan y no por ello tendría que afectarnos más que cualquier otro conocido, normalmente muchísimo menos. Pero para mí, como para muchos de los niños que crecimos en los 90, esta muerte tiene un significado más amplio porque con él se va un ídolo de nuestra infancia y muere un pedacito de nuestros recuerdos, recuerdos tan dulces como los que nos dejaron sus películas.



Jumaji, Hook, Más Allá de los Sueños, Flubber, Señora Doubtfire, Jack, Una Jaula de Grillos, El Club de los Poetas Muertos, la voz del genio de Aladín para los países anglófonos, ¡Popeye!

Lo más triste de esta historia no es que se nos haya ido, que por supuesto lo es, sino la verdad sobre su vida. Porque aquel al que recordamos sobre todo por lo que nos ha hecho reír era una persona muy desgraciada. Alcohólico rehabilitado, depresivo crónico, si sabías mirar siempre veías una sonrisa triste en sus ojos, que reflejaba lo profundamente desgraciado e incompleto que debía de sentirse.
Y hoy en concreto, después de lo que he vivido estos últimos días, esto me hace sentir mucha empatía hacia él, pese a que muchos me habréis escuchado rechazar de plano la cobardía y crueldad que el suicidio me parece.
Porque esto habría de servirnos de recordatorio de que aquellos que más esfuerzo hacen por alegrarle el día a los demás, por iluminarlo con la más grande de las sonrisas, muy a menudo son los que se duermen llorando. 
D.E.P.

miércoles, junio 25, 2014

De afecciones imposibles

De un tiempo a esta parte creo que mi cuerpo ha decidido inventarse dolencias. 
Así de creativa que es una, que hasta para sufrir males tiene que inventarse nuevos porque los que usan los demás no le valen. Habrá quien diga que no es más que otro caso de hipocondría aderezado con algo de narcisismo, pero ¡nada más lejos! Habráse visto cosa más dejada para ir al médico o preocuparme de mi salud que yo, que hasta que no me caigo al suelo no paro, y luego todo es ¿pero qué hace ese hueso ahí tomando el aire?


Quién sabe, pudiera ser que no sea la única que sufre estas cosas tan raras. Pero por ahora no he podido experimentar más que lo que siente mi propio cuerpo (aaaay, quién fuera ladrón de cuerpos con fines empíricos...), así que no lo sé. Además, todo tiene un sospechoso cariz de mal externo, que si fuera más cartesiana diría que media la intervención de un geniecillo maligno. 
 Y si lo expongo, es más por desahogo que con el científico y loable fin de comprobar si hay más casos, si os he de ser sincera. 

Mis males son los siguientes:

  • Burbujas en los nervios: de esas que te hacen ¡pop! a la mínima y dejan el nervio irritado. Eso o alguien está jugando a "haz saltar el cepo para osos" con ellos. Consecuencias: irritabilidad, tensión muscular y mental continuada y ataques de ira pseudo-provocados.



  • Piel de papel cebolla: fina, traslúcida, delicada y fácilmente rasgable. Que parece que Dios se haya liado un piti con ella y se la esté fumando. Consecuencias: hipersensibilidad, fragilidad. 

  • Oído difuso: O yo estoy perdiendo oído interno, o mi voz suena indefendiblemente mejor en mi cabeza. Consecuencias: una muy baja estima de mi propia calidad vocal ahora mismo. 


  • Derrame de raciocinio: fuga masiva de toda capacidad de análisis racional de los hechos, actitudes, opiniones o sentimientos ajenos. Consecuencias: paranoia, sensación de indefensión ante un ataque no producido, violencia, empatía cero. 



Y así llevo ya unas semanas. ¿Es grave, doctor?

viernes, marzo 21, 2014

Del problema de "ser guapa"

Os voy a contar una historia. 


Esta es la historia de un amigo, un amigo al que conocía de hace más de 8 años, de cuando brevemente salimos con el mismo grupo de personas. Este amigo, del cual hacía mucho que no sabía, coincidió conmigo el pasado año en varios viajes de tren a clase y esos trayectos de una hora compartimos muchas charlas sobre todas las cosas: arte, música, política, filosofía...
La semana pasada este amigo se me acercó para decirme que agregara a Facebook a un amigo suyo; dicho muchacho, al parecer, había venido con nosotros en alguno de esos viajes, se había quedado prendado de mí y quería hablar conmigo. "Venga, que se me ha puesto muy pesado, lleva insistiéndome todo el año; va, si es majo, es callado, pero es majo; aunque sólo sea para tenerlo como amigo, le haces un favor al chaval"....Insistió bastante. Yo a ese razonamiento respondí que alguien que me venden como "muy pesado" y de quien no me acuerdo pese a haberle visto durante un buen rato de primeras no me despierta mucho interés, por no hablar de que eso de hacer favores me sonaba  a la ONG que no soy. Él argumentó que le había parecido muy guapa, y que por eso quería conocerme; yo dije que eso tampoco me parecía una razón de peso.
Me presionó mucho, y yo se lo dije, que no me costaba nada agregar a su amigo, pero que no me gusta nada tener la sensación de que me fuerzan a tomar las decisiones. Mi amigo se disculpó, y la cosa quedó así. Su amigo me agregó, pero yo no lo acepté de primeras, sabiendo que cuando lo hiciera él querría hablar conmigo, y yo en ese momento no tenía tiempo. Al día siguiente, se me pasó. Esa noche me esperaba este mensaje:


Tras esto, que yo debo admitir me tomé de primeras como una broma (porque ni a fuerza de voluntad puede uno acertar menos y escribirlo peor), el individuo (al que evidentemente eliminé) se dedicó a despotricar sobre mí en estados de amigos, a amenazarnos a mí y a mi hermano (que, obviamente, salió a la palestra a defender mi honor) y a declarar, finalmente, que ni siquiera él sabía a qué venía ese ataque. 
Y sé que no tengo por qué dar explicaciones a nadie de por qué me pasan las cosas que me pasan, pero simplemente veo tan inofensiva y absurda la historia y tan sumamente desmesurada su reacción que no he podido contenerme. Además, la gente ya había empezado a teorizar por su parte: que si eso era envidia, que si cómo se aburre la gente, que si seguro que era un amor no correspondido...Pero no, ni siquiera. El ataque fue mucho más gratuito que todo eso. Tanto que el único motivo sobre el cual se supone que se sostiene, y el cual repite de continuo es que soy "guapa"
Porque así es, cuando una chica es algo agraciada cualquiera se ve con el derecho y casi la obligación de acuñar verdades absolutas sobre ella como si de leyes se trataran. Leyes como las siguientes: 

1. Si es guapa, es tonta, porque es una superficial. 



Las habrá tontas, las habrá listas, y las habrá más o menos espabiladas; las hay que se preocupan mucho por su imagen y las hay que no, pero fueron agraciadas con una genética magnífica; las hay superficiales y las hay más profundas que un abismo; las hay que se creen el centro del universo y las hay con una autoestima tan baja que ni siquiera son capaces de ver lo que valen...Pero viva la generalización y la ignorancia.
Estoy harta de esa expresión se suficiencia que ponen cuando digo que soy Asesora de Imagen, que he hecho algo de maquillaje y peluquería y que llevo un blog sobre belleza y estilismo con una amiga; una expresión que dice: "Se nota que te preocupa tu imagen, tu imagen y nada más". Pues mira, sí, soy estilista, y con una media de 9'25, por cierto. Y también licenciada en Traducción, matrícula de honor en Bachiller y premio de matemáticas del instituto; ¿me encanta irme de compras y probar maquillaje? Sí, y también la caligrafía, cantar, escribir y leer poesía o filosofía. 
Y como yo cientos de miles, muchísimo más bonitas que yo, con muchísimo mejor tipo y muchísimo más inteligentes. 

2. Y, claro, yo puedo ser un superficial, pero ella no.

- Te quiero conocer, porque eres guapa. 
- Pues yo a ti no, porque eres feo.

Lo primero se puede decir, pero lo segundo no. Pues tan superficial ha sido el uno como la otra, pero claro, qué mala es ella por decirle cosas tan brutas (y sinceras) cuando él le había dicho algo bonito. Que los piropos están muy bien, sí, genial; pero, personalmente, si después de hablar conmigo u oírme hablar durante una hora se quedan con que soy "guapa", me ofendo, porque me parece una opinión vacía y superficial de alguien que no me ha prestado la menor atención. Demasiado preocupado en la fotografía de la película como para prestar atención al argumento. 

3. Y si no le intereso es CLARAMENTE porque es una zorra/ una insensible/ está desaprovechando su vida

(Puedo prometer y prometo que la última me la han dicho a mí). Igual es que no le atraes. Igual tu personalidad apesta como aliento de trol. Quizás simplemente no le interesas. A veces las cosas no pueden ser. Asúmelo, y sigue con tu vida, y si necesitas vomitarle la bilis a alguien ve al médico, que al menos a él le pagan por aguantarlo. 


Pero bueno, por suerte todavía hay quien pierde el tiempo de tirar por la ventana sus pre-concepciones sobre si eres más guapa o más fea y se detiene a ver qué hay detrás de la fachada, y por suerte también cuento con muy buenos amigos, amigos que me han conocido peinada, despeinada, maquillada y llena de tierra, en chándal y con tacones, y que algo habrán visto en mí que les hace gracia cuando a algunos los conservo desde hace más de 10 años. 
A los demás, que les den con viento fresco.