Mostrando entradas con la etiqueta life. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta life. Mostrar todas las entradas

jueves, septiembre 19, 2013

Del inmovilismo que precede al frenesí

 Como algunos puede que sepáis ya, dentro de una semana exacta me mudo a vivir a Londres durante casi tres meses por estudios. Yipiyayei madafaka, qué chuli qué guay. No, en serio, tengo bastantes ganas de vivir en una gran ciudad como esa, intentar sacarle todo el provecho posible a la experiencia y lo que la ciudad ofrezca, conocer a mucha gente maravillosa y aprender un montón.


Pero antes de irme tengo tantas cosas que hacer (empezando por la maleta...odio hacer maletas), papeleo, previsiones, organizar; tanto que buscar, que leer, que aprender y que preparar para poder dar todo lo mejor en las prácticas. Tanto que decir, tanta gente a la que quiero ver antes de irme, tanto que disfrutar.


Sin embargo, en lugar de comerme los demonios porque no tengo tiempo de todo, me invade una inmovilidad y una especie de embelesamiento estático por el cual miro el reloj y me han pasado 3 horas sin hacer nada y ni siquiera me he dado cuenta. Me pongo a pensar en las cosas que tengo que hacer antes de dormirme y no consigo conciliar el sueño de ansia por empezar, pero cuando me despierto remoloneo en la cama hasta finalmente me levanto a una hora casi indecente, cuando ya he perdido toda la mañana hábil. Escribo listas y listas y más listas de las tareas pendientes, pero luego no hago ninguna, y poco a poco se me acerca la fecha límite de todo y me puede la ansiedad cada vez que me doy cuenta.
Y, la verdad, no sé muy bien cómo ponerme las pilas.
Pero se me acaba el tiempo.

domingo, abril 07, 2013

De personas que se creen enfermedades



No sé si os habréis fijado en que existen personas que por cualquier razón actúan sobre nosotros y sobre nuestro organismo como si fueran dolencias. No entiendo mucho sobre flujo de energías y el efecto que ello tiene sobre nosotros, pero quizás tenga algo que ver; puede que la polaridad de la energía que emanan no sea compatible con la nuestra y por eso nos afectan así. Pero veamos algunos casos.

Tenemos por una parte al Espécimen-Gripe: no sé si habréis pasado la gripe alguna vez (si no, ¡afortunados!, no es nada agradable), pero su efecto es devastador, considerando el tiempo en que actúa.

 

 Generalmente, la participación de esas personas en nuestra vida es breve, quizás de horas, pero sus efectos se dejan sentir durante días, o incluso semanas: dolores, agotamiento mental, cansancio físico, pesadillas, y en general unas ganas terribles de darse de cabezazos contra la pared hasta que se nos trituren los sesos. Lamentablemente, no tienen buena cura. Se necesita tiempo. Lo mejor, como siempre en estos casos, es intentar evitar el contacto (aunque a veces pueden resultar difíciles de identificar). Por suerte, no es un espécimen muy abundante. Es más común el Especimen-Resfriado, que si bien es cierto que aparece con mucha más frecuencia, apenas nos deja una leve irritación y a veces un poco de moqueo. Nada que no cure un poco de té.


Después tenemos a los Especímenes-Astenia Primaveral. Los reconoceréis porque su sola proximidad nos produce picores, cansancio, somnoliencia...Vamos, tediosos como ellos solos. Si a los anteriores hay que evitarlos, de estos huíd sin contemplaciones, no temáis resultar maleducados. Prescripción: una buena siesta y por la noche os vais por ahí a bailar. Veréis que bien.
 

Otro de los más comunes es el Espécimen-SPM (para los hombres que no estén familiarizados con el término, "síndrome pre-menstrual").

 Está por determinarse si su efecto es el mismo en hombres que en mujeres, dado que, al no padecer ellos los efectos de este mal, es difícil cotejar datos de equivalencia sensorial. Estas personas, deprimentes como ellas solas incluso en su máxima felicidad, tras hablar con nosotras un rato nos dejan con un deseo irrefrenable de ponernos un pijama viejo de ositos y meternos en la cama con 3 tabletas de Milka, dos botes de Ben & Jerry's, un peluche del tamaño de una rueda de tractor y una película de llorar. Generalmente, porque se han pasado la velada tocándonos los ovarios respecto a diferentes temas. Lo mejor es dejarnos llevar por esas ganas de noche bajonera, no sin antes darnos un buen baño calentito con música para limpiarnos de los restos de malrollismo ambiental de que puedan habernos impregnado.


En otro capítulo ya tenemos a los más tóxicos de todos, los Especímenes-Cáncer, y con ellos no debemos tomárnoslo a broma, porque son con diferencia los más dañinos que existen. Se trabajan su lugar en nuestro entorno con tiempo, paciencia y esfuerzo, haciéndonos creer que son personas a las que merece la pena tener cerca. Puede que nos hagan creer que son corderos con piel de lobo, que fingen tener un exterior de triunfadores, siempre seguros de sí mismos, cuando en realidad por dentro son frágiles como cristal soplado y necesitan que alguien cuide de su delicado y torturado corazón. Desconfiad. Porque si en algo son auténticos expertos es en chupar hasta la médula todas y cada una de vuestras buenas intenciones para con ellos hasta dejaros exhaustos y vacíos, porque se han llevado lo mejor de vosotros.



Por suerte, todos conocemos a alguien que por algún motivo tiene la capacidad de hacernos sentir automáticamente mejor con su presencia. Ya sea porque tienen una sonrisa maravillosa, porque su sentido del humor es una delicia y siempre consigue hacernos sonreír o porque es el escucha perfecto de nuestras preocupaciones (puede que hasta sepa dar buenos consejos). Así que lo mejor que podemos hacer ante cualquier caso de contagio es mantener a esas personitas bien cerca y disfrutar de lo beneficioso de su aura.



sábado, julio 07, 2012

Pasajes

[Copio aquí pasajes de cosas que escribo cuando estoy o debería estar haciendo otras cosas, que por desgracia es cuando más me inspiro. Genelamente no son literales, son alegorías o metáforas de situaciones, sensaciones. Van en orden descendente, más nuevo a más antiguos.]

VELOCIDAD

Estás a gusto. Es bonito. Pero no es suficiente. Así que comienzas caminando. Vas avanzando poco a poco y te gusta el paisaje que ves; quieres ver más y más deprisa. Empiezas a correr; vas a un paso moderado, y todo es más vivo porque se mueve mucho más, te encanta. Y te impacientas, y aceleras el ritmo, corres, corres mucho, mucho más, ¡y ya vas volando! Vas tan deprisa que se difuminan los bordes de lo que miras, pero te da igual, porque el viento frío que te da la en la cara es muy placentero. Te cuesta más ver, pero todo es aún hermoso. Pero corres tanto, tanto que te empiezas a marear, no distingues nada de lo que tienes delante, ya no existen los bordes, no sabes dónde estás. Necesitas parar, pero no puedes, tienes miedo de parar, porque ¿qué pasará cuándo pares? ¿Dónde estarás? Te late tan deprisa el corazón que temes que cuando frenes se pare de golpe; respiras como si cada inspiración fuera la última, ¿y si al parar no hay más aire?....¿Qué haces? Estás tan nerviosa que frenas en seco, porque sabes que de otra forma no serás capaz. Pum, pum, pum, pum. Te palpita el corazón en los oídos. El aire arde en torno a ti, y boqueas como un pez fuera del agua. Te estás mareando. Y te sientas, porque tu alrededor no para de moverse y no ves nada. Respiras, respiras, respiras, y empiezan a volver los colores, poco a poco, pálidos primero, luego más brillantes, familiares, acojedores. Miras a un lado y a otro y vas reconociendo esquinas, sombras, contornos; no te has alejado tanto, aún conoces esto; bien, todo está bien, descansa. No ha pasado nada.
Qué fácil es acelerarse y perder de vista lo que realmente tenemos alrededor. Qué fácil, y qué peligroso.
----------------------------------------------

ROSAS

Una noche desértica en el centro de Valencia me senté abatida en el pie de una farola y cerré los ojos. Esperaba poder hundirme en la negrura unos minutos y dar un respiro a mis ojos a punto de desbordarse. Pero en ese silencio lánguido y pesado me sorprendió el aroma de cientos de rosas frescas de todos los colores, que descansaban a ras de suelo. Esa sola sensación evocaba tal belleza que mis ganas de llorar se intensificaron. Durante unos instantes, lo que dura una respiración, me sentí plena, como si cada recoveco de mi cuerpo estuviera habitado por ese perfume. Si no hubiera sido el Día de la Madre no habríamos parado en esa floristería, si no hubiera estado tan desanimada no me habría sentado alejada para esconder las lágrimas, si no...nunca habría olido esas rosas.
Todas las acciones están conectadas, todo lo que nos ocurre encierra un por qué, por lejano o absurdo que parezca. Ni todas las experiencias son agradables ni sus razones son siempre justas, pero en ocasiones ocurren acontecimientos inolvidables: ver el arcoiris en la fuente de camino a clase, sonreir por ver la cara familiar de un desconocido en un lugar nuevo, compartir en silencio tu canción favorita con alguien especial. ¿Está todo predestinado? No lo sé, y tal vez no debería saberlo; tal vez no deberíamos preguntar. Quizá necesitamos tener fe en lo desconocido, en lo maravilloso, en lo inesperado. Greene decía que la racionalidad humana es la única que puede acabar con el instinto de la esperanza, y es así, y por ello estamos condenados al desencanto.

-----------------------------------------------

Porque el elitismo es una pantomima del glamour en gente sin clase.


Quizá deberíamos volver a creer en el aroma de cientos de rosas en una noche estrellada.




miércoles, mayo 09, 2012

La Verdad de Pink Floyd

Este post está un tanto conectado con el último que escribí, Carpe Rosas, porque comienza con el mismo incidente del que hablo ahí. Sin embargo, tiene un cariz bastante distinto.
Viene motivado por algo que hablé con mi mejor amiga no hace mucho, y que curiosamente a ella le vino a la cabeza por algo que le había dicho yo. Sí, sé que estoy mareando la perdiz malamente, pero ahora me explico.
La cuestión es que quería compartirlo aquí.
Hará unos años, fuimos juntas a un concierto de heavy en una sala de conciertos alejadilla del pueblo (me gusta contar las cosas desde el principio, sí, odio el concepto "fuera de contexto"). Estábamos esperando fuera en la cola a que abrieran con todo el mundo cuando a nuestro grupo se acercó un viejo borracho con una botella de yo qué sé qué (pongamos que aguardiente, porque me encanta esa palabra, pero seguro que sería cerveza barata). Ya sabéis cómo van estas cosas: el hombre se puso a balbucear incoherencias sobre una discusión con un amigo y nosotros intentamos que pillara la indirecta de que no nos interesaba su vida. Pero entonces dijo algo que se nos ha quedado después de todos estos años y que da título al post. Dijo: "Y entonces yo le dije, ¡pero tío, tú no puedes ser Punk Floyd!".
Sé lo absurdo que suena. De verdad. Que sí. Creedme, coñe, que estaba allí. El caso es que nos quedamos un poco con la frase más por lo que representa que lo que decía en sí. Y ahora nos ha venido que ni al pelo después de lo que ha pasado para encontrar una nueva forma de ver la vida, una nueva filosofía, si queréis: tú no puedes ser Pink Floyd. Ni tú, ni la persona que está a tu lado, ni esa de la que te ríes a sus espaldas por ser una wannabe de la vida. Tú, el otro, esa tercera, sois como sois, ni más ni menos, con vuestras virtudes y defectos, y primero de todo tenéis que aceptar eso. Si queréis cambiar algo en vosotros mismos, aceptad quiénes sois, dónde están vuestras debilidades y trabajad en ellas, pero sed conscientes de dónde están vuestras limitaciones: no podéis (ni debéis) ser quien no sois. Ni la persona que está a vuestro lado tampoco. Aceptad lo bueno que hay en ella, lo que os aporta, disfrutad de su compañía pero no os cebéis con sus fallos, sus defectos, sus carencias, no lo veáis a través del filtro de quien querríais que fuera y no es, miradle tal cual es. Y disfrutad con la vista.
Seréis más felices.

lunes, abril 30, 2012

Carpe Rosas


Ayer por la noche emitieron en televisión una de mis películas favoritas para cuando tengo...digamos uno de esos días en que una tonta comedia americana (con todos mis respetos) no basta: El Club de los Poetas Muertos. Si no la habéis visto ya, os la recomiendo encarecidamente.
En la película, el profesor de Literatura, el profesor Kitting, intenta imbuir en sus alumnos el ideal romántico del Carpe diem, "vive el momento", disfruta de cada segundo, "extráele el meollo a la vida", como ellos dicen. Pero no sólo aparece vividamente retratado el espíritu hedonista del Carpe Diem; más importante aún si cabe, se menciona también otro tema de la poesía latina: Collige, virgo, rosas dum flos novas et nova pubes, et memor esto aevum sic properare tuum, que aparece en el poema De rosis nascentibus. Algo que podría traducirse como "Coged, doncella, las flores mientras son aún frescas y nueva es vuestra juventud, pues recordad que el tiempo corre". Si carpe diem es nuestro grito de guerra para lanzarnos a vivir cada día con la ferocidad de un loco, collige virgo rosas es la razón en que se basa nuestro lema: agota cada segundo, disfrútalo con pasión, porque puede que sea el último.Y así es, tristemente. Y todo esto viene a raíz de que ha fallecido un familiar de una amiga al que yo también conocía y, bueno, este tipo de sucesos siempre hacen que me plantée temas como la muerte, la importancia que damos a la vida, al tiempo, a nuestros impulsos....
¿Es la mejor opción irnos de repente? ¿Llenos de planes inacabados, palabras que tuvimos miedo de decir, locuras que nunca llegamos a hacer? ¿Sería preferible saber cuándo vamos a morir? ¿Ver cómo se acerca el final dia a día, hundiéndonos quizás en su inetavilidad, en su trágica inminencia, sin ser capaz de movernos atrapados en la desesperación? ¿Conseguiríamos así organizar nuestros últimos momentos para cerrar nuestra vida en un volumen perfecto, tener el tiempo suficiente para "poner en orden nuestros asuntos" y así poder partir en paz, dejando sobre todo en paz a nuestros seres queridos?
Realmente no sé qué sería preferible, supongo que cada uno necesitaríamos una opción personalizada.
Yo, personalmente, creo que debería recordarme más a menudo la fugacidad de la vida para atreverme a vivir más de lo que lo hago. Creo que tengo tanto miedo a vivir que estoy un poco muerta.