lunes, julio 18, 2011

Lo siento, siguen los coñazos de entradas

Sí, es lo que hay.
He estado pensando mucho estos días sobre todo lo que me ha pasado este año, haciendo balance y demás. Y lo cierto es que lo he pasado muy mal.
Este año está siento de los peores que he tenido últimamente y, sin ánimo de quejarme gratuitamente, estos últimos años me he llevado algún que otro palo simpático. El viaje que en teoría iba a ser "mi gran oportunidad" no lo fue tanto, no descubrí la vocación de mi vida sino más bien un trabajo que me frustra profundamente, no me enamoré de un país que creía que me gustaba, ni hice grandes amigos que voy a conservar toda mi vida. Jamás en mi vida me había sentido más sola. La gente que conocí allí, que pensé que pasaría a llamar "amiga", no sólo me ha olvidado sino que ha elegido eliminarme de su vida (no sin antes hacerme la vida más difícil un  mes entero). Enfermé allí y enfermé aquí, de urgencias al quirófano. Perdí a una de las personas que en ese momento eran más importantes para mí, y pese a que a mí aún me pesa cada día y me preocupo por ella, sé que ella no. Y además, me han roto todas las ilusiones que tenía al volver, me han hecho sentir más idiota de lo que me había sentido nunca y me han demostrado que una vez más "se me ha evaluado, se me ha medido y difinitivamente no he dado la talla". Me han dado tantos palos que el corazón se me ha encogido hasta el tamaño de una ciruela pasa.
Lo que más me duele de todo es comprobar el poco papel que tengo en las vidas de la gente. No sé si será que tengo una especie de vocación de psiquiatra frustrada o de Santa Teresa de Calculta, pero instintivamente me gusta ayudar a la gente a superar sus problemas, sus handicaps o lo que sea. Me gusta estar ahí para los demás, aunque ellos no lo hagan. Y este año, varias personas muy importantes me han demostrado que no era nada para ellas, que todas las buenas palabras que me han dedicado no pesaban para nada, y que todo lo que he luchado por mejorar o ayudarles a superar no ha servido de nada. Cometen los mismos errores, y la que los sufre soy yo, que siempre acabo lamentando lo que pudo ser y no fue. No sé vivir en el hoy, sólo de los suspiros del ayer.
Y bueno, eso es todo. No hay conclusión feliz, no hay moraleja ni nada por el estilo. No hace falta que comentéis, no busco consuelo. Es más desahogarme que otra cosa, en realidad. Supongo que también hubo bueno, pero siempre he sido muy pesimista, y que me manden a la mierda de continuo no me ayuda una puta mierda a mejorar ese aspecto.

1 comentario:

  1. Comprendo la situacion muy bien. Bueno, ya te lo dije el otro dia, pero queria comentarte por aqui.
    Aunque nuestras situaciones sean distintas, nuestro mal inicial es el mismo: una negatividad que para qué, una vision pesimista del mundo que nos hace ver las cosas como con gafas de sol, pero en el alma.

    Creo que es algo dificil de superar, ya que yo aun estoy asi, pero creo que debemos poner todo nuestro empeño en, no solo ver el lado bueno de las cosas, si no en dejar de confiar nuestros sueños y esperanzas a terceros.

    No se aun como hacerlo, pero se que debemos, y eso nos cambiará la vision de vida que tenemos y nos hará mucho bien.
    Aunque he de decir que todo es mas facil cuando uno no está enamorado. Porque asi piensas mas en ti misma y no en personas que, quieras que no, van a fallar en algun momento, y hay que estar preparadas.

    Un besote, nena.

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