miércoles, mayo 09, 2012

La Verdad de Pink Floyd

Este post está un tanto conectado con el último que escribí, Carpe Rosas, porque comienza con el mismo incidente del que hablo ahí. Sin embargo, tiene un cariz bastante distinto.
Viene motivado por algo que hablé con mi mejor amiga no hace mucho, y que curiosamente a ella le vino a la cabeza por algo que le había dicho yo. Sí, sé que estoy mareando la perdiz malamente, pero ahora me explico.
La cuestión es que quería compartirlo aquí.
Hará unos años, fuimos juntas a un concierto de heavy en una sala de conciertos alejadilla del pueblo (me gusta contar las cosas desde el principio, sí, odio el concepto "fuera de contexto"). Estábamos esperando fuera en la cola a que abrieran con todo el mundo cuando a nuestro grupo se acercó un viejo borracho con una botella de yo qué sé qué (pongamos que aguardiente, porque me encanta esa palabra, pero seguro que sería cerveza barata). Ya sabéis cómo van estas cosas: el hombre se puso a balbucear incoherencias sobre una discusión con un amigo y nosotros intentamos que pillara la indirecta de que no nos interesaba su vida. Pero entonces dijo algo que se nos ha quedado después de todos estos años y que da título al post. Dijo: "Y entonces yo le dije, ¡pero tío, tú no puedes ser Punk Floyd!".
Sé lo absurdo que suena. De verdad. Que sí. Creedme, coñe, que estaba allí. El caso es que nos quedamos un poco con la frase más por lo que representa que lo que decía en sí. Y ahora nos ha venido que ni al pelo después de lo que ha pasado para encontrar una nueva forma de ver la vida, una nueva filosofía, si queréis: tú no puedes ser Pink Floyd. Ni tú, ni la persona que está a tu lado, ni esa de la que te ríes a sus espaldas por ser una wannabe de la vida. Tú, el otro, esa tercera, sois como sois, ni más ni menos, con vuestras virtudes y defectos, y primero de todo tenéis que aceptar eso. Si queréis cambiar algo en vosotros mismos, aceptad quiénes sois, dónde están vuestras debilidades y trabajad en ellas, pero sed conscientes de dónde están vuestras limitaciones: no podéis (ni debéis) ser quien no sois. Ni la persona que está a vuestro lado tampoco. Aceptad lo bueno que hay en ella, lo que os aporta, disfrutad de su compañía pero no os cebéis con sus fallos, sus defectos, sus carencias, no lo veáis a través del filtro de quien querríais que fuera y no es, miradle tal cual es. Y disfrutad con la vista.
Seréis más felices.

No hay comentarios:

Publicar un comentario